EL PAIS
23/11/2005
La
cultura mediterránea refuerza sus lazos
El creador turco Ömer Zülfü Livaneli abre
en Barcelona unas jornadas de diálogo entre las dos orillas
"En el Mediterráneo tenemos una identidad musical que hace que a los
músicos turcos, griegos, españoles o argelinos nos sea más fácil comunicarnos
en estos países ribereños que, por ejemplo, en Alemania, que tiene una
tradición diferente y su aproximación es más cerebral. Esta identidad musical
es una muestra de que existe una identidad cultural mediterránea". Estas
palabras del creador y político turco Ömer Zülfü Livaneli, reflejaron el
espíritu de cooperación con el que se iniciaron ayer en Barcelona las jornadas Cultura
en el Espacio Euromediterráneo, enmarcadas en los actos de la Cumbre Euromediterránea.
Livaneli, que abrió el encuentro, considera que "es el arte y no la
política lo que puede cambiar los corazones de las personas".
Las jornadas, planteadas como un laboratorio de ideas para buscar nuevas
vías de ampliar la cooperación cultural entre la Unión Europea y los países
mediterráneos, no intentan analizar los elementos comunes de las culturas
mediterráneas. Más bien se trata de un encuentro de creadores y promotores que
esta tarde intentarán ofrecer en el escenario del Centro de Cultura
Contemporánea de Barcelona algunas recomendaciones de actuación tendentes a
mejorar la movilidad de los artistas, el intercambio de creadores y
estudiantes, medidas para proteger la diversidad cultural y un mejor
conocimiento de las distintas culturas. Organizadas por la Fundación Interarts
(www.interarts.net) y la Generalitat de Cataluña, las jornadas parten del
Proceso de Barcelona iniciado hace 10 años y que, por los balances publicados
hasta ahora, en el terreno cultural ha tenido aún pocos logros -entre ellos
figuran el programa Euromed Heritage de protección del patrimonio, algunas
medidas de apoyo al audiovisual además de la puesta en marcha de la Fundación
Euromediterránea Anna Lindh para el Diálogo entre Culturas, que se fundó en
2004-. Muchas iniciativas han chocado con un exceso de burocracia, falta de
recursos, numerosas dificultades para facilitar la movilidad de los creadores o
promotores de los países sureños y también un escaso interés entre los europeos
por conocer realmente la cultura y la lengua de estos países. Es, en este
sentido, un diálogo desigual.
Falta de recursos
"¿Se puede decir que el Norte haya hecho el esfuerzo de conocernos al
menos tanto como nosotros les conocemos?", se pregunta la ministra de
Cultura argelina, Khalida Toumi, en uno de los diversos artículos aparecidos
estos días sobre el Proceso de Barcelona, que en parte pueden consultarse en
las páginas en Internet del Real Instituto Elcano (www.realinstitutoelcano.org)
o del Instituto Europeo del Mediterráneo (www.iemed.org). "Podemos decidir
conjuntamente situar la cultura en el centro de nuestras relaciones, pues la
cultura es este milagro que permite tener simultáneamente la estima de uno
mismo y la del otro, asegurando la cohesión del grupo", insiste Toumi,
pero para ello, añade, hace falta que sea posible para estos países con menos
recursos distribuir y dar a conocer sus creaciones.
Estas muchas dificultades se analizarán con detenimiento en los cuatro
talleres que se celebran hoy en Barcelona en el marco de las jornadas, pero en
la sesión inaugural quedó patente también que ante la falta o escasa voluntad
de los políticos, tendrá que ser la sociedad civil la que contribuya a limar
diferencias. Rosa Maria Carrasco, presidenta de Interarts, habló de
"responsabilidad compartida", pero reconoció que "la sociedad
civil sigue siendo débil en muchos países de la cuenca mediterránea, y esto
complica la existencia de una colaboración equitativa, equilibrada y
eficaz", añadió.
Livaneli, que considera el Mediterráneo "el sexto continente",
comentó los problemas que afectan a la cooperación por las diferencias de
ingresos entre los países, la presión migratoria y el proceso actual de la
integración europea "en el que se eliminan fronteras internas para poner
énfasis en las exteriores". Con todo, aludió a que la diversidad cultural
que siempre ha existido en la zona no impide que aún hoy exista una tradición
cultural e histórica común "que podemos aprovechar en nuestra lucha por
afrontar los problemas que nos separan y a favor de la paz". El
compositor, escritor y cineasta, además de político (es socialdemócrata y
miembro de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa),
explicó la experiencia de sus iniciativas para contribuir a la paz entre
Grecia y Turquía a través de sus colaboraciones con músicos griegos como Mikis
Theodorakis, con el que ha realizado numerosos conciertos. "A través de la
música intentamos reforzar esta relación porque la música es una manera muy
especial de influir en las personas. Se dirige más a las emociones que al
intelecto, ayuda a superar las fronteras artificiales y nos pone en primer
plano la importancia de la amistad, la paz y la búsqueda de una vida
mejor".
Desde 1986, comentó, un grupo de intelectuales creó un comité turcogriego
que, entre otros objetivos, se ocupa de la restauración de obras de arte
otomanas en Grecia y de obras griegas en Turquía y que también ha creado
comisiones para eliminar expresiones despectivas sobre los respectivos países
en los libros de texto.
Tras su intervención se abrió un debate que reflejó la dificultad de este
diálogo y también sus posibilidades. Un participante chipriota, por ejemplo,
lamentó que los esfuerzos para el diálogo choquen con lo que considera el
inmovilismo del Gobierno turco; una participante tunecina consideró que a los
creadores se les exige una excesiva responsabilidad al querer que "cubran
las lagunas de los políticos y actúen como embajadores de la paz"; otra
participante israelí insistió en la unidad cultural y abogó por la colaboración
porque "si hacemos algo juntos en algún lugar, a lo mejor algo podrá pasar
en el futuro".
Fue un inicio prometedor cuyos resultados se conocerán hoy. "El
objetivo es marcar algunas líneas de actuación hacia el futuro a partir del
análisis de ejemplos concretos que están funcionando", indicó Mercedes
Giovanizzo, directora de la Fundación Interarts, quien reconoció que el
problema es la complejidad de este proceso por la cantidad de entidades,
gobiernos e instituciones implicadas. El laberinto burocrático dificulta el
acceso a la información y los recursos, como siempre, acaban dependiendo sólo
de los gobiernos. "Con Internet hay más acceso a la información, pero
sigue faltando coordinación", concluye.